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jueves, 11 de julio de 2013

HISTORIA DEL SERVICIO MÉDICO EN LUZ y FUERZA DEL CENTRO (1909-2009).

CENTROS DE TRABAJO EN LUZ y FUERZA. ORÍGENES y DESARROLLO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Toda empresa al enfrentar su proceso de creación o integración, debe tener previsto, entre otros aspectos prioritarios, el servicio médico. En el caso específico de la entonces The Mexican Light and Power Company, Limited cuya nueva expresión llega hasta nuestros días con el nombre de Luz y Fuerza del Centro, cumplió y sigue cumpliendo con ese propósito, aplicado al personal que aun labora y, en extensión del servicio, a sus familiares.
   Desde el 24 de marzo de 1903 en que fue concebida dicha institución destinada a la producción, generación, transmisión, distribución y comercialización de la energía eléctrica, tuvo sus primeras intervenciones en la emblemática planta hidroeléctrica de Necaxa, puesta en funcionamiento a partir del 6 de diciembre de 1905. Relativo a los antecedentes del servicio médico, se tienen estos datos, mismos que se remontan al 31 de agosto de 1903: Cuando el proceso constructivo de la planta hidroeléctrica Necaxa avanzaba, fue necesario considerar, entre el conjunto de materiales “drogas de todo tipo necesarias para proteger la salubridad de los empleados y operarios de la empresa. La misma empresa se propone otorgar gratuitamente asistencia médica profesional no sólo a sus empleados sino a todos los vecinos del lugar a quienes también gratuitamente se proporcionarán las medicinas necesarias”.[1]
   Sin embargo no fue sino hasta el 15 de abril de 1909 en que quedó constituido el Departamento de Accidentes y Reclamaciones, que en un principio tuvo sus oficinas principales en Indianilla, y el cual desde ese momento se responsabilizó del servicio médico de la Compañía en el Distrito Federal y sus alrededores. Con este documento -la circular Nº 100-, observamos que se trata materialmente, del acta de nacimiento del “Servicio médico” en la empresa.
   El 31 de agosto de 1917, fue nombrado el Dr. Jesús Sola como médico oficial de las Compañías. Su consultorio estuvo ubicado en la 3ª calle de Tacuba, Nº 14. Dicho doctor, sustituyó al Dr. Collantes quien antes había presentado su renuncia.
   Como dato curioso, incluimos a continuación la dotación de un botiquín en 1920.


   Para 1926, el registro de accidentes de trabajo supuso la aplicación de una circular, la Nº 117 del 9 de julio que a la letra dice:

Con respecto a los empleados y obreros que sufran accidentes en el desempeño de su trabajo, sírvanse tomar nota de que en lo futuro al tratarse la cuestión de indemnizaciones deberá enviarse un informe al Departamento Legal sobre: El porcentaje de inhabilidad (según examen médico); la antigüedad del empleado y si el empleado debe ser separado al pagársele la indemnización (…)

   ¿Qué implicaba esto?
   Debido al hecho de que en tales circunstancias, los empleados podían verse expuestos a la pérdida de alguna extremidad y que, por lo tanto, podrían sufrir mutilación de la misma, el convenio estableció diversos costos en compensación o indemnización para cumplir con el derecho de cubrir los gastos de recuperación y rehabilitación de la pérdida, cosa que implicaba pasar al terreno de encontrar las razones más justas para saber si se declaraba algún tipo de incapacidad (temporal o permanente) para trabajar.
   En enero de 1929, y a causa de la influenza que, como este año de 2009 afecto a nuestro país, el Dr. A. R. Goodman, Jefe del Departamento Médico de las Compañías, envió, a través de la publicación Electra los siguientes consejos:


   Con fecha del 1º de agosto de 1929, y en la Circular Nº 114, se establecieron las primeras obligaciones, (esto, entendido como si hoy día emanaran tales aspectos de un Instructivo de Trabajo) o recomendaciones que debían aplicar los médicos. Lo destacado era la aplicación de normas sanitarias, visitas e inspecciones a diversos centros de trabajo, entre otras. El responsable de la aplicación de dichas medidas fue el Dr. Charles Hardwicke, el cual, desde sus oficinas en el Edificio de Gante, estaba pendiente de la aplicación estricta de las mismas, aspecto que se concretaba con el hecho de avisar directamente al Gerente General en turno (el Sr. W. H. Fraser), acatando las instrucciones que este indicara. El mismo documento refiere el hecho de que el cargo de puesto de Director Médico de las Compañías, ocupado por Hardwicke era debido al hecho de la renuncia presentada por el Dr. A. R. Goodman.
   Conforme avanzaba el tiempo y las nuevas necesidades de atención a los pacientes o, en el peor de los casos los accidentes de trabajo, fueron factores que influyeron para integrar, de manera concreta diversas responsabilidades. De ese modo, comenzaron a generarse convenios, como el que se puso en vigor el 24 de febrero de 1931, cuando por Circular Nº 160 se indicaba en esencia que en caso de accidente de trabajo ocurrido entre las 20 horas y las 7 del día siguiente, todos esos casos “la Cruz Roja” se hará cargo de los mismos. Ello se debe al hecho de que desde entonces, aplicaba, como hoy día, la Clase “A” (es decir de aquellos que se sujetan a un ciclo de turnos).
   La publicación oficial de las Compañías en 1931, la revista Electra, tuvo a bien difundir el siguiente desplegado:


   Por lo tanto, los exámenes estuvieron aplicados tanto a personal de confianza como sindicalizados, si estos deseaban contratarse con “carácter permanente o provisional”,
   El 31 de enero de 1934, y a través de la Circular Nº 200, fue dado a conocer el nombramiento del Dr. Armando Lafón del Valle, quien por muchos años prestó servicios a las Compañías y sus subsidiarias, tal y como se manejaba el término de la composición de esta empresa por aquel entonces.


   La Revista LyF de julio de 1960, preparó un amplio reportaje sobre el mencionado profesional, acompañado por los perfiles de otros dos emblemáticos doctores: Eduardo Uribe Rivera y Jorge Eguiarte Pérez. A continuación, reproducimos tal documento.

 

   
Conforme avanzaban los años, y era necesario estructurar y organizar mejor las áreas, fue entonces que en el 19 de mayo de 1934, a través de la circular Nº 205 dirigida a todos los Jefes de Departamento, el Sr. W. H. Fraser Gerente General de las Compañías indicó que había sido creado el Departamento del Trabajo de estas Compañías, el cual tendría a su cargo: “Cuidar el cumplimiento, dentro de las propias empresas, a las disposiciones de la Ley Federal del Trabajo, y a las estipulaciones del Contrato Colectivo de Trabajo en vigor. Resolver respecto al alcance y aplicación que se debiera dar a dichas estipulaciones. Tramitar liquidaciones por separación o fallecimiento, préstamos a los trabajadores y en general todos los asuntos relacionados con el contrato mencionado”.
   Auxiliar a los Jefes de Departamento para el arreglo y solución de las dificultades y conflictos que tuviesen con los trabajadores” quedando al frente del Departamento el Ing. Antonio Arceo.
   El Ing. Antonio Arceo desempeñó durante nueve años su cargo de manera admirable. Por ejemplo en abril de 1937 convino con el Sindicato Mexicano de Electricistas, la creación de 8 puestos en el escalafón de “Puestos de Trabajo y Médico”, en el que se iniciaría el mismo con el puesto de Ayudante de Oficinista “F” con $3.00 de salario diario y terminaría con el de oficinista “I” con $10.00 de salario diario.[2] Con esto se establece, que dentro de la estructura de dicho departamento, fue incluido el prioritario Servicio Médico.
   El 1º de febrero de 1937, ingresó a las Compañías, el Dr. Ignacio Guzmán Garduño con el puesto de “Médico del Distrito Federal”, el cual desempeñó hasta su muerte, ocurrida el 6 de octubre de 1956.
   El ya conocido Doctor Eduardo Uribe Rivera fue nombrado interinamente en el Servicio Médico de las Compañías, durante la ausencia que tuvo, por razones particulares, el Doctor Armando Lafón del Valle. Esto ocurrió a partir del 4 de junio de 1938.
   En la fotografía que aparece en la pagina anterior, observamos que dentro del cuerpo de colaboradores que tuvo a su mando el Dr. Armando Lafón del Valle, se encuentra la enfermera Ernestina Islas Maqueda, misma que prestó sus servicios como “Ayudante de Médico” a partir del 29 de noviembre de 1949, con un salario variable entre los 12 y 14 pesos. Dicha enfermera tuvo entre otras responsabilidades: Ayudar a los médicos del departamento en su desempeño de labores, inyectar, curar, vendar y en general atender a los pacientes, principio que hasta nuestros días siguen aplicando en forma responsable el actual cuerpo de enfermeras.
   El Sr. Gustave Maryssael, entonces Presidente y Gerente General de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A., autorizó un Memorandum con fecha 1º de noviembre de 1950, para establecer y oficializar, a partir de ese momento y de manera permanente la atención médica al personal de confianza (Cláus. 19-II), mismo servicio que se hizo extensivo a sus familiares.
   Tres años más tarde, el 1º de diciembre de 1953, fue nombrado el Dr. Jorge Eguiarte Pérez, como ocupante del puesto de “Médico ayudante” de la Cláusula 19, por lo que con este documento, el mencionado profesional, fue adherido al cuerpo médico de la compañía.
   Con el paso del tiempo se fueron integrando otros profesionales como es el caso de los hermanos Elena y Vicente Rivera Melo, tal y como ocurrió en 1954.
   Para reafirmar las condiciones favorables que en 1960, tuvo el personal de confianza con la prestación del servicio médico, estas condiciones permitieron que en forma gratuita se realizaran diversos exámenes clínicos con la frecuencia recomendada. Entre otros, estaban los electrocardiogramas y teleradiografías. Otros datos relacionados con diversos exámenes y sus especificidades, los encontramos referidos en la Circular Nº 275, fechada el 15 de febrero de 1960.
   Hacia finales de la sexta década del siglo pasado se integraron nuevas especialidades. Esto ocurrió con el anuncio que se transmitió a través de la Circular (s/n) del 19 de noviembre de 1969, donde aparecen estos datos:
Dr. Jorge Millán, Dermatólogo (Piel)
Dr. Lorenzo Duarte, Hematólogo
Dr. Raúl Cicero, Neumólogo
Dr. Alejandro Sauter, Oftalmólogo
Dr. Enrique Suárez, Ortopedista.
   El documento, a su vez, fue firmado por el Dr. Enrique Estevez Valenzuela, entonces Jefe de la Sección Médica.
   En cierta época de la historia de esta empresa, los diversos documentos emitidos por la generalidad de las áreas ya no fueron turnados en calidad de copia de Acuerdo, Convenio o Circular al Departamento de Archivo y Correspondencia, por lo que entonces se entiende que cada área dispuso de sus propios archivos en relación al acopio y guarda de estos mencionados documentos. De ahí que hasta hoy día no haya sido posible recuperar en forma ordenada tales oficios que, por otro lado, permanecen en forma bastante coherente en Archivo y Correspondencia, aunque sin la uniformidad deseada.
   En el antiguo edificio del Sindicato Mexicano de Electricistas, de Antonio Caso Nº 45 (inaugurado el 15 de julio de 1941) hubo, durante un importante periodo de tiempo el apoyo de los servicios médicos. Contaba incluso, con una clínica, y ahí nacieron buena cantidad de los que hoy día siguen siendo trabajadores en esta empresa. Esta clínica sumaba diversas especialidades y es el antecedente más claro para lo que mencionamos a continuación.
  El 8 de mayo de 1978  fue puesta en servicio la Clínica Nº 26 del Instituto Mexicano del Seguro Social, en convenio con la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, S. A. y sus Asociadas (en liquidación) para que sus trabajadores sindicalizados contaran, a partir de ese momento, con la atención médica. En el acto inaugural, el C. Presidente de la República, C. José López Portillo, develó la placa alusiva al hecho.




    Hoy día, la sección del Servicio Médico, se encuentra integrada por los siguientes profesionales:
Gerente, Lic. Ana Elia Moreno
Subgerente, Dra. Alba Gurza Jaimes
Jefa del Servicio Médico, Dra. Rosa Ruiz Carapia

Doctores de confianza que prestan sus servicios:
Saúl Guerrero Curiel
Cristina Benítez S.
Julio Arturo García García
Maritza Echeverría Dávila
Armando García Acosta (Turno vespertino)

Doctores que prestan sus servicios a través del Instituto Mexicano del Seguro Social:
Angélica Guadalupe Pérez Medina
Rosalinda Villegas Navarro.
José Luis Camarga Valenzuela (Turno vespertino)
Guadalupe Reyes Vaca (Turno vespertino)

Personal de enfermería:
Alicia Martínez Lupían
Yeni Yuyini Hernández Hernández
Clodina Santos Montero
Claudia Guerrero Arenas (Turno vespertino)
María Consuelo Lupercio Mendoza (Turno vespertino)
   Y claro, cómo no recordar el importante Juramento de Hipócrates que, aunque les es más consubstancial a los médicos o doctores, también aplica, en buena medida, a la participación de sus más cercanos colaboradores. Entre ellos, se encuentran enfermeras y enfermeros.
   He aquí las famosas palabras:

JURAMENTO DE HIPÓCRATES

   Juro por Apolo, médico, por Esculapio, Higías y Panacea y pongo por testigos a todos los dioses y diosas, de que he de observar el siguiente juramento, que me obligo a cumplir en cuanto ofrezco, poniendo en tal empeño todas mis fuerzas y mi inteligencia.
   Tributaré a mi maestro de Medicina el mismo respeto que a los autores de mis días, partiré con ellos mi fortuna y los socorreré si lo necesitaren; trataré a sus hijos como a mis hermanos y si quieren aprender la ciencia, se la enseñaré desinteresadamente y sin ningún género de recompensa.
   Instruiré con preceptos, lecciones orales y demás modos de enseñanza a mis hijos, a los de mi maestro y a los discípulos que se me unan bajo el convenio y juramento que determine la ley médica, y a nadie más.
   Estableceré el régimen de los enfermos de la manera que les sea más provechosa según mis facultades y a mi entender, evitando todo mal y toda injusticia. No accederé a pretensiones que busquen la administración de venenos, ni sugeriré a nadie cosa semejante; me abstendré de aplicar a las mujeres pesarios abortivos.
   Pasaré mi vida y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza. No ejecutaré la talla, dejando tal operación a los que se dedican a practicarla.
   En cualquier casa donde entre, no llevaré otro objetivo que el bien de los enfermos; me libraré de cometer voluntariamente faltas injuriosas o acciones corruptoras y evitaré sobre todo la seducción de mujeres u hombres, libres o esclavos.
   Guardaré secreto sobre lo que oiga y vea en la sociedad por razón de mi ejercicio y que no sea indispensable divulgar, sea o no del dominio de mi profesión, considerando como un deber el ser discreto en tales casos.
   Si observo con fidelidad este juramento, séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres; si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí la suerte contraria.

Investigación, redacción y elaboración: Archivo Histórico de Luz y Fuerza del Centro.
México, agosto de 2009.

Acopio de datos y elaboración de textos: Erandi García Soto.


[1] Laura L. González Gutiérrez: “La hidroelectrificación en México. El caso de Necaxa, 1895-1906”. México, Universidad Autónoma Metropolitana, División de Ciencias Sociales y Humanidades. Licenciatura en Historia, 2003. Edición digital. 91 p., 82. El dato procede del Archivo Histórico del Agua, Expediente 56536, caja 4187, fojas 171-172. Lista de materiales necesarios que deben de estar exentos de impuestos, fechada el 31 de agosto de 1903.
[2] Convenio 3601 del 26 de abril de 1937.

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